domingo, 7 de abril de 2013

7/4/13

7/4/13

Querido desconocido:

¿Un sueño? Es lo más razonable pero esta vez mi hermano no lleva razón.
Recuerdo perfectamente esa sensación de frío, esa voz que me atraía como la luz a las polillas. Salté, no fue un sueño.
Desesperanzado mi hermano decidió coger un avión en seguida de vuelta a Inglaterra y planear nuestro próximo movimiento.
Era agradable estar de vuelta, en cuanto llegué llamé a Nate. Necesitaba compañia (una que no fuera la de mi hermano).
Fui a su casa para cenar y me estrechó entre sus brazos.
La sensación del imán volvió a producirse en mi interior. Haciendome olvidar la desagrable experiencia de la iglesia, un cálido sentimiento me recorrió. Y comencé a llorar.
Lloré por todo y por nada. Por mis padres, por la vida que he perdido, por las tensiones acumuladas...
Nate comprendió que no quería hablar de ello y se limitó a consolarme sin una sola pregunta.
La cena se ha quedado fría e intacta en la mesa, yo sigo en su sofá blanco de piel.
Le he dicho que esto tiene que ver con Jake y ha asumido que no me siento con fuerzas para volver. Ha insistido en que me quede aquí.
Ha ido a buscar algo que me sirva de pijama y ha prometido no separarse de mi hasta que me digne a comer algo.
Debería sentirme afortunada pero no es así.
Cuando volví a escucharlo en persona no pude evitar situar la incansable voz de la iglesia.
<<Salta>> <<Ahora>>
-Salta...
Debería marcharme ahora que está entretenido pero se que no podré salir de aquí, he caido en su red.